PABLO VI Y EL CARMELO
La Basílica de San Pedro del Vaticano será testigo, el próximo mes de octubre, de la canonización de ocho beatos, entre los que se encuentra el papa Pablo VI. Cuarenta años después de su muerte el papa Francisco canoniza al que fuera “guía firme y sabio de la Iglesia”, en palabras de Juan Pablo II.
Giovanni Battista Enrico Antonio María Montini nació en Concesio, cerca de Brescia, en el norte de Italia. Ordenado sacerdote en 1920, estudió diplomacia en la Academia Pontificia Eclesiástica y comenzó a trabajar en la Secretaría de Estado Vaticana. Se convirtió en una de las personas más cercanas a Pío XII y en 1954 fue nombrado Arzobispo de Milán, donde fue conocido popularmente como el “Arzobispo de los pobres”. Nombrado Cardenal por Juan XXIII, lo sucedió el 21 de junio de 1963 como Sumo Pontífice con el nombre de Pablo VI.
Durante sus 15 años de papado, Pablo VI llevó a buen puerto el Concilio Vaticano II iniciado por Juan XXIII y dejó su sello personal en la renovación de la Iglesia; en el diálogo con toda la humanidad, con los miembros de otras confesiones religiosas e incluso con los ateos. Gran promotor de la unidad de los cristianos dejó impreso en las retinas del mundo el abrazo en Jerusalén con el Patriarca de Constantinopla, Atenágoras I.
Desde la Revista “Teresa de Jesús” queremos rendir un cariñoso recuerdo al Papa del Concilio, y hacerlo desde la relación que Pablo VI mantuvo con el Carmelo. Él fue el Papa que declaró a santa Teresa de Jesús, primera mujer Doctora de la Iglesia y el mismo que interpeló a la familia fundada por la mística abulense a preguntarse por su papel actual en la Iglesia con aquel: “Chi siete voi?” (“¿Quiénes sois vosotros?”)
David Jiménez Herrero, OCD
Septiembre-Octubre 2018