Piedad Popular
Muchas veces duramente denostada por puristas teológicos o por ‘pensadores de despacho’, la piedad popular ha estado íntimamente unida a lo largo de toda la historia al corazón creyente del pueblo. Este “precioso tesoro de la Iglesia Católica”, como no dudó en referirse a ella el papa Benedicto XVI, no es ajeno a las grandes figuras de la espiritualidad, ni por supuesto, a la propia Teresa de Jesús.
El siglo que le tocó vivir a la Santa abulense estuvo revestido de un halo de sacralidad, donde el pueblo usaba con total normalidad expresiones religiosas para referirse a unidades de medida de tiempo, de fechas, acontecimientos… La referencia a los santos, sus devociones y protecciones sobre la población eran el ‘pan de cada día’.
Cómo pasar por alto aquellos momentos que Teresa bautizó como la “verdad de cuando niña” en que jugaba a ser ermitaña, leía libros de santos y acudía a la imagen de la Virgen pidiendo su protección a la muerte de su madre. Cómo olvidar a la primera Doctora de la Iglesia que paseaba en procesión una pequeña imagen de un Cristo cantando coplillas para alejar una infestación de piojos en el primero de sus conventos. Y cómo no recordar a la madre priora que hacía gran fiesta para celebrar a su querido san José, como preferido en medio de una interminable lista de santos a los que imitar o rendirles devoción.
David Jiménez Herrero, OCD
Noviembre-Diciembre 2020