El Santuario dedicado a la Virgen María y la enorme plaza que lo precede se quedan pequeños en estos días de mayo para albergar a los miles de peregrinos que desde todas las partes del mundo han puesto rumbo a esta pequeña localidad portuguesa de Fátima.
A la habitual presencia de peregrinos que acompañan sus oraciones al son del Ave María que repica las campanas del Santuario y junto al intenso olor a la cera quemada de las velas se une este año la celebración del Centenario de las apariciones de la Virgen María a los tres niños en Cova de Iría, la peregrinación del papa Francisco a Fátima y la canonización de los niños Francisco y Jacinta. Tres acontecimientos que colocan a Fátima en el centro de las miradas de gran parte del orbe católico.
A lo largo de estos cien años la presencia de la Virgen de Fátima ha ido llegando a todos los rincones del mundo. La pequeña imagen de la Señora vestida de blanco ha peregrinado por muchos países y derribado algunos muros construidos de odios, recelos e ideologías que parecían infranqueables.
Pero ni la fama ni la publicidad, ni las avalanchas de visitas y las grandiosas concentraciones de fieles, han conseguido apagar el verdadero fuego que sigue calentando el corazón de todo aquel que se acerca a Fátima, y donde radica su verdadera fuerza: el poder de la sencillez y el mensaje radicalmente esencial de la conversión y la fe.
Mayo – Junio 2017